martes, 12 de abril de 2011

Un nuevo paradigma

El pensamiento crea la realidad física. Nuestros pensamientos y nuestras intenciones tienen el poder de cambiar nuestro mundo. Cada pensamiento que tenemos es una energía tan poderosa que puede transformar las cosas. Un pensamiento no solamente es una cosa; un pensamiento es una cosa que ejerce una influencia para cambiar las cosas.

Hemos creído que la mente está separada y es distinta de la materia debido a las leyes de Newton y también a las reglas establecidas por el filósofo francés del siglo XVII René Descartes, quien es conocido como “el padre de la filosofía moderna”. Descartes declaró que la mejor manera de comprender el funcionamiento del mundo era dividir la existencia en dos partes: el mundo material u objetivo, gobernado por los principios de la ciencia, y el mundo subjetivo de la mente y el alma, reservado para la Iglesia.





El viejo paradigma es una versión aprendida de la realidad y nos hemos adaptado a esta visión cómoda, previsible y ordenada de las cosas, aunque un tanto impotente en el diseño de nuestra propia vida. Hemos creído que las cosas y las circunstancias no tienen nada que ver con nosotros y por eso es que frecuentemente nos sentimos víctimas de la vida. Pero esta visión se vino abajo a comienzos del siglo XX, cuando los pioneros de la física cuántica comenzaron a explorar dentro de la materia, el mundo subatómico.

Los resultados de las investigaciones en la física cuántica nos dice que los pequeñísimos fragmentos del universo, de lo que está compuesta la materia –lo que llamamos nuestro mundo objetivo- no se comportan de acuerdo a las reglas establecidas, en realidad, se podría considerar más bien caótico. Cada partícula de energía no es algo sólido, estable y predecible; cada partícula existe como una potencialidad de una forma futura.

La Superposición –llamada así por los nuevos científicos- es la suma de todas las posibilidades y utilizan una metáfora para explicar este fenómeno: una persona mirándose a sí misma en una sala de espejos.

Pero, ¿Cómo es que todas estas posibilidades se colapsan en la materia, la realidad que conocemos? El observador, es decir, la conciencia, es lo único que convierte a esta pequeña nube de probabilidades en algo sólido y mensurable. La conciencia es la influencia que convierte la posibilidad en una realidad. El ingrediente más importante en la creación de nuestro universo es la conciencia que lo observa.

No hay nada en el universo que exista como un objeto independiente de nuestra percepción. Significa que la realidad no es algo fijo, sino algo fluido y cambiante, y por lo tanto, abierto a otras influencias.

Podríamos, entonces, considerar un nuevo paradigma: No existe un universo sin mí, es decir, sin mi participación o la participación de mi conciencia.

Un electrón se comporta de una cierta manera en el nivel subatómico y adopta un comportamiento clásico, cuando se da cuenta de que forma parte de un conjunto mayor. Es como si acatara las órdenes del observador.

La conciencia afecta la materia. Ésta es una de las conclusiones fundamentales a las que ha llegado la física cuántica en sus investigaciones. Ciencia y espiritualidad se han vuelto a unir. Las experimentaciones y conclusiones a las que ha llegado la física cuántica difieren totalmente de la visión sobre la realidad que hemos tenido en la historia de la humanidad.

Ser el creador de tu realidad no es una teoría motivacional. Es algo que ha estado sucediendo siempre. Sin embargo, ahora lo puedes hacer deliberadamente aprendiendo a controlar y dirigir el pensamiento hacia lo que en verdad quieres experimentar.



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Lule Villa

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